jueves, 23 de octubre de 2014

EL RIO DE DIOS

EL RIO DE DIOS

Génesis 2:8–14

Ya el Salmista, (46:4) cantó acerca de un río que alegraba la ciudad de Dios.

Ese río del Edén que se repartía en cuatro ramales es figura del evangelio.

PISON “libertad”; GIHON “plenitud”; HIDEKEL “rapidez”; EUFRATES “dulzura”.

Cada uno de estos significados los alcanzamos en Cristo Jesús.

I.     EL ORIGEN DE ESTE RIO

Salía del Edén; región mesopotámica llena de hermosura y riqueza.

De ahí el significado de EDEN, “delicia”, “paraíso en la tierra”.

Ez. 47:12, sale del santuario y en Apoc. 22:1, del trono de Dios.

Ese río nos habla de un país, de otra manera no hablaría de un RIO.

Jehová en el Antiguo Testamento “es fuente de agua viva” (Jer. 2:13; Is. 12:3).

Jesús en el Nuevo Testamento dijo: “… venga a mí y beba” (Juan 7:37-39).

Si lo seco es esterilidad y muerte, manantial es fructuosidad y vida.

II.     EL CURSO DEL RIO

Dondequiera que Dios vaya, está el río de bendición y gracia.

Ese río ha seguido a través de Enoc, Noé, Abraham, Isaac, Jacob, José, etcétera.

Fertilizándolo todo, así como el río del Edén fertilizó la Creación.

Israel mismo vino a ser un manantial para todo el mundo. (Juan 4:22).

Aunque el pecado ha hecho mudar sus cauces, el río siempre ha seguido.

Pablo comenta Ex. 17:6, diciendo que aquella piedra era Cristo. (1 Cor. 10:4).

III.     LA GRANDIOSIDAD DEL RIO

Al entrar el pecado en el EDEN el hombre fue expulsado de allí. (3:24).

La espada encendida tiene que ser afrontada y su justicia satisfecha.

El manantial abierto, fue por la herida que recibió Jesús. (Zac. 13:1).

El árbol no produce fruto para provecho propio: lo da.

Un árbol junto a un río siempre producirá. (Sal. 1:3).

IV.     EL LECHO FINAL DEL RIO

Apoc. 22:1-2, vemos que el río es limpio, de vida y resplandeciente.

Y en el v. 17: el Espíritu Santo y la iglesia invitan gratuitamente.

Para beber sólo se necesitan dos cosas: 1. Sentir sed y 2. Querer beber.

A quien de veras siente sed nadie tendrá que decirle que beba. (Mat. 5:6).

He aquí un EDEN maravilloso a nuestro alcance si permitimos el río de Dios.

Campderros, Daniel: Bosquejos Biblicos : Tomo I. El Paso : Casa Bautista de Publicaciones, 2003, S. 15

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